lunes, 5 de julio de 2010

La canción del tío de las focas (Dyadya Bylina pechat')

(Anónimo)

Leones, tigres blancos, osos,
no tardará en encontrarnos a las focas,
dyadya Martinuchi.

Nie, Moscú.
Da Moskva.
Nie, Moscú.
Da Moskva.

Hecho un témpano de hielo.
Tieso, blanco,

ahí llega dyadya Martinuchi

Como una ballena
que emerge en un arrollo
como un Hércules
que confundió su trabajo

ahí llega dyadya Martinuchi

Focas viejas,
jóvenes y niñas
le  enfocan con la trompa
y los cachorros
armaban  alboroto:

“ahí llega dyadya Martinuch
que vino a  esta “Rusia” sin dinero:
y por eso no nos compró regalos.

Pero llega Martinuchi congelado
y  el foquerío lo recibe
con aplausos y advertencias,

"¡Cuidado,
ten cuidado, dyadya,
que esta no es Rusia,
sino otra falsa que inventaron
para hacerte confundir,
girar como un trompo
enredarte, y dejarte mareado.”

Nie, Moscú. Da Moskva.
Nie, Moscú. Da Moskva.


Hecho un témpano de hielo.
Tieso, blanco, flotante:
llega  dyadya Martinuchi
para oír el discurso se las focas

“Martinuchi,
la vida te ha honrado
con el título de inspector
tus intuiciones son certezas,
tus sueños son la realidad
que funciona a pleno en tu mente,
y has dado en el clavo una vez más,
bien haz hecho en suponer
que el responsable
de todos los movimientos sospechosos del mundo,
de todas las oscuridades traicioneras,
de todo lo que no se puede ver
porque está escondido…”

Se  le aflojan a Martinuchi las piernas,
y el calor que despedían sus pies
por entre los resquicios de sus zapatos
alcanzan para derretir el hielo que pisa

“¡Sí, claro, el Cuco,
el Cuco Moscuco
Martinuchi,
dyadya, primo, sobrino
pariente de los perros de agua
y de los perros de tierra
escucha lo que te dicen las focas:
¡canta tu canción más triste,
que Moscuco no podrá resistir
e incluso se te habrá de acercar
y te abrazará
y te pedirá disculpas
por los daños causados,
y  por no poder indemnizarte,

Al fin, se esfumará,
¿pero, cuándo?
No se sabe.
Pero cuando suceda,
este cuento se habrá acabado.

Las focas cantaron esto a coro.
Y luego le regalaron  pescado,
pero justo cuando iba en busca del balde
llegaron los cazadores furtivos
y Martinuchi logró huir

Más tarde
dyadya cantó su canción más triste,
(se oyó en toda la falsa Moscú)
y de lo que vino después,
las focas ya no nos enteramos:
dicen que hay una novela famosa
que ha escrito David Wapner
de la cual, se comenta
al autor se le extravió el final.

Traducción: M. Davidovich Efrainov